Y el gigante dormido
en sus sueños de gloria
no percibía la espada que,
ansiosa de traición
artera y viciosa
en su espalda cayo
Y con ira divina
y justa indignación
fue entonces que al fin
el gigante despertó
Y fue su voz
un grito de latas
que no pudieron callar
ni con gases ni balas
Y los grandes poderes
se volvieron pequeños
y los buitres mezquinos
de las nubes cayeron
Y una sola idea
un solo sentimiento
y una sola acción
del camino al cambio
las puertas abrió
Adelante gigante
levántate y anda
que con orgullo lo digo
al gran pueblo ¡SALUD!
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