Por ella, amigos míos,
de ir a pie a la luna
sería yo capaz;
o de sembrar de rosas rojas
todo el fondo de la mar.
Podría, si ella quiere
frenar el viento con mis manos
y con lágrimas de dicha
convertir desiertos en lagos.
Pero ella nada pide
y es por ello que le amo
pues me da la fuerza necesaria
para tejer este sueño dorado
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