Un jinete,
sin caballo, no es jinete
y un caballo
jamás podrá completar su ser
sin jinete que lo guíe.
Tal es la relación
entre el espíritu y el cuerpo;
sólo la unión entre ambos
permitirá a la conciencia
galopar hacia el profundo sentido
que se oculta en algún sitio.
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